Su nombre, dulce y melódico, ya deja entrever algo de lo que comunica esta filosofía japonesa. Tiene un trasfondo que va mucho más allá de la estética y del minimalismo, a pesar de que en sus aplicaciones se ve sobrio, austero y natural.
El wabi-sabi es el arte de la imperfección, que lleva implícita la aceptación de que hay cosas que no están completas y nunca lo estarán. Sin embargo está lejos de ser una corriente negativa. Diría más bien que se basa en el realismo de lo inevitable y que además va un paso más allá, porque busca la belleza en los defectos, en las cicatrices y en esas marcas que deja el tiempo (en las personas y también en los objetos).
Ahora te preguntarás: ¿tiene una aplicación tangible? ¿Tiene que ver con la decoración o el interiorismo? La respuesta es: ¡SÍ! Porque esta filosofía, que se puede aplicar a la vida, también se materializa en objetos, e inspirados en ella podemos crear espacios naturales, cálidos y acogedores, llenos de recuerdos, sencillos y con personalidad, porque este estilo (si lo queremos llamar así) es ante todo libre, flexible y sin reglas.
Simplifica
En general, y para ir aterrizando conceptos, podríamos decir que el Wabi-Sabi tiene rasgos muy parecidos al rústico, pero reduciéndolo a lo mínimo y básico. En un adjetivo, es un estilo austero.
Por eso los colores que predominan son, por lo general, los propios de los materiales naturales que no han sido tratados. Colores sinceros y sencillos que se combinan para transmitir la energía de la naturaleza más salvaje y pura: la gama de los arena, el gris piedra, el verde olivo, los azules del mar…
En esa misma línea, para conseguir una casa (o un espacio) Wabi-Sabi es importante que integres la naturaleza. Pero la integración debe ser total, y no solo superficial. Es decir, no hay que conformarse con elementos móviles o temporales, como plantas, sino que es necesario incluir otros como suelos de bambú, muros de madera reciclada, lavamanos de piedra…
Busca lo auténtico
En algún sitio leí que todo lo que tiene historia tiene también alma, y creo que es una idea perfectamente aplicable a la filosofía wabi-sabi. Los objetos antiguos cuentan algo de un tiempo, a veces también de quien los tuvo en su casa. Por eso, si tienes una sensibilidad por lo heredado o una fascinación por encontrar tesoros en las ferias de las pulgas, este estilo es perfecto para ti.
En el Wabi-Sabi se valora la belleza del paso del tiempo, que deja huellas imborrables en objetos y muebles y los hace únicos y auténticos. Eso sí, recuerda que tampoco se trata de llenar tu casa de objetos viejos y rotos. Hay una gran diferencia entre un objeto con imperfecciones o marcas de tiempo y uno en malas condiciones o con un deterioro grave.
Como buscamos lo tradicional, tiene lógica que los materiales predominantes sean la madera y el metal. Han sido usados desde la antigüedad y aunque hoy se siguen tratando, los muebles que inspiran el Wabi-Sabi tienen poco tratamiento y se sienten a veces incluso inacabados o toscos.
Ordena
Cuando hay poco es difícil que esté desordenado, pero no siempre, así que nunca está de más decir que para conseguir este look es indispensable que todo esté en su sitio y que, a simple vista, el espacio se vea despejado y pulcro. Eso sí, recuerda también que ordenado no significa necesariamente simétrico.
Es cierto. A veces resulta bien complicado adherirse a este estilo al 100%, sobre todo en un departamento de ciudad. Pero sí puedes inspirarte en él para crear espacios de relajo o pequeñas islas naturales en casa.
¿Te animas?
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