Si necesitas instalar un lugar donde recibir a tus visitas, pero no tienes (o no quieres) una pieza de invitados “per se”, seguro que te estás planteando esta duda: ¿me conviene hacerme con sofá-cama o con futón?
Bueno, ambos comparten funcionalidad y, claramente, con los dos podrás ahorrar espacio. Pero, además de las cuestiones superficiales y obvias, como que el sofá-cama se camufla mejor, aunque es más pesado y voluminoso que el futón, hay ciertos mitos que rodean a estos dos muebles.
Hoy voy a intentar ayudarte a aclarar tres de ellos, para que puedas tomar la decisión que mejor se adapte a lo que necesitas.
“Son los dos muy incómodos”
Partamos de la base de que lo mejor, si vas a tener a alguien en casa por una larga temporada, es que duerma en una cama, con su estructura y colchón. Sin embargo, para estancias más cortas, tanto el futón como el sofá-cama son una opción excelente.
Hubo un tiempo en el que dormir en cualquiera de los dos era un suplicio: se te clavaban los muelles, te dolía la espalda y muchos crujían con cada movimiento. Sin embargo, los diseños han cambiado mucho y las nuevas estructuras son mucho más sólidas y ergonómicas, y los foams que las recubren son más confortables.
Es importante (y ya no imposible) que sean cómodos en sus dos funciones y ojalá que estén fabricados con materiales resistentes, como acero o maderas duras. Prueba tu futón o tu sofá-cama antes de comprarlo: siéntate, acomódate en distintas posiciones, fíjate en que sean fáciles de abrir y cerrar… En modo sofá el respaldo debería estar mullido y no quedar demasiado recto, mientras que el asiento debería tener suficiente profundidad. Para descansar mejor, asegúrate de que, una vez abierta la cama, tenga láminas en la parte de abajo y un relleno acolchado, no muy duro.
“Los futones son para jóvenes”
Puede que antes los futones estuvieran reservados solo para piezas tradicionales japonesas o, en su versión occidentalizada, de jóvenes que buscaban un mueble temporal para alojar a los amigos. Pero hoy, los diseños de futones han evolucionado mucho.
Es cierto que siguen siendo perfectos para la pieza de un adolescente, para el living de un departamento compartido o de tu primera casita, pero los futones son una de esas elecciones todoterreno que bien puede encajar en un recibidor, una pieza multifunción o un living de familia. ¡Hay miles de diseños y tamaños! Seguro que encuentras uno perfecto para tu decoración, sea cual sea.
“Los sofás-cama ocupan mucho espacio”
Seguramente un futón resulta más adaptable que un sofá-cama, pero no porque sea más pequeño, sino porque su estructura suele ser más pesada y robusta. Al fin y al cabo, un sofá-cama se ve como un sofá normal… ¡y ocupa lo mismo!
Solo ten en cuenta que, al abrirlo, debe quedar un espacio cómodo para que tus invitados se puedan mover con facilidad: entrar y salir de la pieza, dejar sus maletas, abrir y cerrar las puertas (la de la pieza y del closet), etc.
Hubo un tiempo en el que el sofá-cama más común era el tipo nido, pero hoy hay miles de variaciones y aperturas diferentes. Algunos te permiten incluso “guardar” la cama hecha ¡con sábanas y todo!
Comentarios