Muchas veces me pregunto cómo surgen los estilos decorativos y sus pautas. Es un tema que me interesa y al que, sin embargo, no he conseguido dar respuesta aún. Lo más cerca que me llevan mis investigaciones y deducciones es a concluir que son el fruto de la observación, la moda y la evolución de las dinámicas familiares. El último estilo que me ha hecho replantearme la pregunta es el Kinfolk. ¿Lo conoces?
Tal vez el nombre no te suene, pero seguro que los elementos que lo conforman sí son más familiares. Y es que en realidad el Kinfolk es un término nuevo que reune elementos antiguos. Y además de ello, es una tendencia de vanguardia. Sí.
Una contradicción como esta es posible y conforma la magia y la esencia del Kinfolk, que es la suma (o mejor dicho, la combinación) de los estilos que hemos estado viendo más frecuentemente en el último tiempo: el nórdico, el rústico, el boho, el vintage… y a veces, incluso algún toque industrial.
Inspirado en la comunidad Amish, el Kinfolk tiene sus raíces en la naturaleza y en la vida sencilla del campo, por eso predominan las plantas, los materiales poco tratados, los colores claros y los muebles antiguos.
Es mucho más que un estilo, porque no pretende solo una determinada estética o funcionalidad, sino que rebusca en los orígenes para impulsar un estilo de vida menos apresurado, también más consciente, familiar y grupal. Por eso se le da gran importancia a la cocina.
En torno a los fogones se preparan antiguas recetas con productos locales y orgánicos. Sin conservantes, sin aditivos. Procurando que todo sea lo más natural posible, lo menos procesado que se alcance a conseguir.
En decoración, el Kinfolk ha conseguido recoger lo mejor de cada estilo. Es la versión más moderna del eclecticismo y se traduce en espacios maravillosamente sencillos, pero llenos de encanto, como éstos:
¡Ah! Y lo mejor de todo es que aquí ganan enorme protagonismo los accesorios hechos a mano. ¡Es el momento de tus DIY! Que son los que, en definitiva, hacen que tus espacios sean irrepetibles y personales. Combínalos con tazas antiguas de porcelana (¡mejor si son todas diferentes!), con botellas recicladas para presentar flores silvestres y con muebles antiguos restaurados ¡No olvides los estampados étnicos! Son la clave definitiva para tu look Kinfolk.
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