El mimbre y el ratán son como el perejil y el cilantro… ¡Seguro que alguna vez los has confundido! Porque se parecen, pero no son lo mismo. Eso sí, comparten algunas características y, tal y como ocurre con el perejil y el cilantro, muchas veces se utilizan juntos, porque sus virtudes se potencian.
El origen
Empecemos por lo que comparten: ambos son elementos naturales que destacan por su ligereza y resistencia. Sin embargo, provienen de plantas distintas, originarias de puntos muy lejanos del mundo.
El ratán viene de una palmera trepadora que crece adherida a otros árboles, principalmente en el Sur de Asia y en África Occidental; mientras que el mimbre es un arbusto muy común en América (especialmente en Chile y Perú) y Europa Central.
Al ser una enredadera, el ratán puede llegar a alcanzar los 200 metros de longitud, mientras que el mimbre apenas alcanza los 2 metros en sus varas más largas. Sus fibras también se ven diferentes:
¿Trenzado o anudado?
El mimbre y el ratán son fibras que se trabajan según su dureza y maleabilidad.
El ratán tiene un núcleo sólido, que lo hace mucho más resistente que otros materiales, como el bambú, por ejemplo. Por eso es, también, más difícil de romper o moldear, y hay que mojarlo y cortarlo en piezas más pequeñas antes de curvarlo o anudarlo para construir muebles. Las fibras que recubren las varas del ratán son también muy resistentes, aunque mucho más flexibles, así que se suelen utilizar para envolver y reforzar las articulaciones de mesas o sillas.
El mimbre, sin embargo, se trabaja con trenzado o entrelazado y no hace falta humedecerlo, porque es un material mucho más flexible, que se curva fácilmente. Así que es perfecto para canastos, por ejemplo.
Aplicaciones
El mimbre es más flexible y ligero, pero el ratán es más resistente. Por eso el equilibrio mágico se encuentra cuando se combinan para construir muebles, en los que se utiliza el ratán para conseguir una estructura resistente y firme, y el mimbre para que los acabados sean más elásticos y cómodos.
Seguro que también has visto el poliratán, que una fibra sintética inspirada en la natural, que pretende el mismo efecto pero que, por ejemplo, admite mejor las inclemencias del tiempo.
Y es que tanto el mimbre como el ratán natural suelen inspirar espacios exteriores, porque recuerdan al verano y a las terrazas.
Eso sí, es importante mantener algunos cuidados para que no se estropeen. Principalmente evitar que estén expuestos de forma directa a la luz del sol, que los desgasta, ni a humedad excesiva, pues pueden resquebrajarse.
En interiores también quedan perfectos, sobre todo en las piezas de los niños, en el baño o en pequeños muebles auxiliares.
Y si te cansan los muebles en color natural, atrévete con el mimbre pintado ¡Se ve increíble!
Y si tus muebles o canastos están un poco estropeados ¡Dale vida a tus muebles de fibras naturales con una mano de pintura! ¿Qué te parece en colores pastel?
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