Hay muebles y objetos que enamoran, esos con los que sientes un flechazo a primera vista. A mi me ocurrió con esta silla… y me sigue pasando cada vez que la veo.
Y es que su estilo, tan victoriano y majestuoso, me hace pensar en escenografías de películas, en portadas de revistas y en espacios exóticos y atrevidos. Esta silla, la Emperatriz, es un homenaje a la inolvidable silla Peacock, o Pavo Real, del famoso diseñador danés Hans Wegner.
El origen de esta silla está muy unido a la época colonial. En ese tiempo, y aunque el mimbre ya se venía utilizando desde hace cientos de años, se comienza a incorpora el ratán, procedente de Asia. La suma de estos dos materiales, similares, pero de resistencias diferentes, resulta en muebles fascinantes e indispensables en las casas coloniales francesas del Pacífico Sur.
Es aquí (algunos dicen que en Filipinas) donde toma forma la primera silla, con base trenzada en forma de reloj de arena y respaldo exagerado, inspirado en la cola desplegada de un pavo real. De esta característica toma su nombre este trono exótico, que llegará a las terrazas europeas y norteamericanas unos años después, ya entrado en Siglo XX, para, poco a poco, ir ganándose también spots privilegiados en los interiores.
Parecía inevitable que se convirtiera en un icono durante los glamorosos años ’60 y ’70 en Hollywood. Fueron muchos los famosos que se hicieron con una silla Pavo Real para decorar algún rincón de sus mansiones.
Suntuosa y femenina sirvió de attrezzo para shootings fotográficos con Brigitte Bardot, Marilyn Monroe o Elizabeth Taylor.
En el cine y la televisión también fue pieza fundamental. Dos ejemplos icónicos: el cartel promocional del film francés de tintes eróticos Emmanuelle exhibía a su protagonista sentada en una Peacock. La silla también era el asiento habitual de Morticia en la popular serie de los ’60 serie “La Familia Adams”. Fue tal el impacto de ambas que, desde entonces, la Pavo Real se conocería también como Silla Emmanuelle y Silla Morticia.
Hoy, la silla, tanto en natural como en sus versiones modernas y adaptadas, en colores más atrevidos, sigue siendo un acierto. Es una de esas joyas decorativas que uno sí puede tener en casa.
Ideal para incluirla en decoraciones tipo boho, en las que brilla con luz propia rodeada de textiles tipo kilim y plantas frondosas. Pero también perfecta para conseguir un aire más vintage.
A mí, que me encantan los contrastes, me fascina integrada en ambientes más modernos y minimalistas, donde tal vez la esperas menos y hace que el impacto sea mucho mayor.
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