¿Te ha ocurrido alguna vez que te enamoras de unos zapatos? Luego te los pruebas y te gustan tanto, que te los compras, incluso si cuestan un poco más de la cuenta. Llegas a casa y los zapatos quedan en el armario, metidos en su caja y nunca ves la oportunidad para estrenarlos.
Creo que todos hemos pasado alguna vez por esta situación, y no necesariamente con un par de zapatos. A veces ocurre también en decoración. Los muebles, adornos, cuadros, lámparas, y otros pueden producir también ese efecto flechazo en quienes amamos el interiorismo y el diseño.
Pero, igual que al elegir zapatos, conviene darle una vuelta a nuestros impulsos en cuanto a decoración. Por dos motivos: por lo general son elementos más voluminosos y presentes, es decir, que los vemos cada día; y también porque se cambian con menos frecuencia.
TU CASA, TU ESTILO
Una casa debería parecerse lo más posible a quienes la habitan.
También estar adaptada a sus dinámicas y organizada para facilitar el día a día. Por eso, mi consejo es que cada vez que tengas una duda a la hora de comprar un mueble o un elemento decorativo priorices la funcionalidad sobre la estética, especialmente si vives en un departamento pequeño o si tienes niños en casa. Porque de nada sirve tener un sofá blanco lindísimo si es incómodo, o si vas a estar todo el día sufriendo porque tus hijos no lo ensucien.
Pero ¡ojo! Esto no quiere decir que tengamos que renunciar a tener casas bonitas, ¡al contrario! El objetivo es conseguir espacios preciosos y prácticos. Así que, si lo que compras es lindo y útil, ¡satisfacción al cuadrado!
Date algún capricho de vez en cuando y decora con ilusión. Y cuando dudes, apuesta siempre, siempre, siempre por la practicidad. ¡Seguro que no te arrepientes!
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