Hay una sensación que me encanta: llegar a casa después de un largo día y que, al abrir la puerta, descubrir un hogar. A lo mejor piensas que estoy media loca, pero te aseguro que no todo el mundo siente que ha llegado a su hogar cuando entra en casa.
El calor de hogar se puede conseguir hasta en la casa más fría. Pero, además de elementos como textiles cálidos, muebles que te gusten mucho y alguna que otra planta, para mi hay un factor fundamental: ¡el orden!
Reconozco que leer a la japonesa Marie Kondo me cambió. Siempre fui ordenada, pero cuando descubrí su modelo me reafirmé definitivamente en la idea de que uno es más feliz si se rodea de equilibrio en lugar de caos, y que el relajo y la paz interior llegan de forma mucho más natural cuando cada cosa está en su sitio.
Seguro que alguna vez te ha ocurrido, especialmente si tienes niños: frenar un momento en medio de la vorágine del día a día, mirar a tu alrededor y darte cuenta ¡de que estás rodeado! Juguetes, ropa, papeles, revistas… Parece que tu casa se ha levantado en armas contra ti ¡y ni siquiera te has dado cuenta!
Aquí la sentencia del día: una casa ordenada es el primer paso para la felicidad ¿te parece exagerado? Puede sonar un poco demasiado… pero es cierto que nuestro entorno afecta la forma en la pensamos y cómo nos sentimos. Por eso, cuidar de lo que te rodea y mantenerlo despejado, limpio y ordenado, te ayudará también a mantener el positivismo y a sobrellevar esos días que todos tenemos en los que estamos un poco más bajos de ánimo.
Hay algunos trucos para conseguir que ordenar no sea una pesadilla. Son, sobre todo, prácticas cotidianas para ayudarte a mantener las cosas en su lugar en el día a día, y evitar que llegue ese momento “invasión” del que hablaba más arriba. Aquí tienes los 4 tips que para mí son los más básicos y útiles:
1.- Aprovecha los espacios: los modulares son un gran aliado ¡y no olvides utilizar los muros! Recuerda que el almacenamiento vertical es mucho más eficiente.
2.- Agrupa tus cosas: usa cajas, cajones o cestos y ordena cada objeto o prenda según su temática y tamaño.
3.- No acumules: deshazte de lo que esté desgastado, lo que no necesitas y lo que hace tiempo que no usas. Por ejemplo, haz el ejercicio de renovar cada cierto tiempo tus utensilios de cocina o reemplazar tus sábanas y toallas. Sentirás en seguida cómo la energía se renueva.
4.- Devuelve cada cosa a su lugar después de utilizarla: desde lo más básico como el cepillo de dientes, hasta lo menos cotidiano, como los manteles de Navidad.
Verás cómo, con estos sencillos pasos, tu casa se ve más despejada y ordenada y tú te sientes más relajado y feliz. ¡No está mal como propósito de año nuevo!, ¿te animas?
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