A veces veo un estilo que me encanta, pero siento que es demasiado para aplicarlo en casa. He hablado con algunas personas a las que también les ocurre. Y es que hay ciertos looks que son muy intensos y pueden asustar un poco. Para mí, el ejemplo más obvio es el boho, un estilo que estamos viendo ya desde hace tiempo y de forma muy recurrente.
Ocurre con el boho que sus elementos característicos son muy potentes: tejidos duros, patrones de geometría étnica muy definidos, estampados llamativos, colores vivos y plantas muy frondosas. Todos estos elementos combinados resultan en looks impactantes, llenos de magia y fuerza, pero que para algunos pueden ser demasiado.
Sin embargo, si te gusta el aire general del estilo no hay por qué renunciar a él, tampoco tenerle miedo, ¡solo tienes que aplicarlo de otra forma! Lo más obvio es empezar con pequeños detalles, como los textiles.
También puedes crear rinconcitos pequeños o recogidos inspirados en ese estilo concreto, como la terraza o tu spot de lectura.
Pero, sin duda, mi opción favorita es ¡aplicar la versión light! Así como con los refrescos, mantiene la esencia, pero rebaja en unos grados, el azúcar en las sodas, y el look en decoración. Aquí tienes un par de ejemplos de boho en su versión light:
Como ves, en la versión light el estilo se sigue identificando sin dificultad, pero para definirlo se usan menos elementos. Eso sí, deben ser muy significativos y de buena calidad, ya que son pocos y van a recibir mucha atención.
Si de verdad quieres que el estilo se identifique claramente, te ayudará mantener el resto de la pieza en tonos y líneas neutras. Actuarán como un canvas sobre el que destacar tus piezas boho para conseguir esa onda cool sin que tu espacio se sienta recargado.
Y, si ves que te queda gustando, siempre puedes ir añadiendo algunos detalles más hasta conseguir el full look ¡para sumar siempre hay tiempo!
Así como con el boho, puedes reducirle la intensidad a cualquier estilo ¿te animas?
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