Recuerdo que cuando era pequeña almorzábamos a diario en la cocina. En casa de mis papás había una mesa en el centro, y como solo éramos tres, nos gustaba acompañarnos y ayudar mientras se terminaba de cocinar el almuerzo o la comida. En las casas de mis amigas también lo hacían así, aunque fueran muchos más en la familia.
Con el tiempo, las modas y costumbres han ido cambiando. Pasamos menos tiempo en casa, entre trabajo, actividades y colegio, también los espacios de la casa se han ido abriendo a la multifuncionalidad.
Sin embargo, yo le guardo un gran cariño al concepto de comer en la cocina. Será por mis recuerdos, pero también comparto la creencia de antaño, cuando se creía que los fogones eran el corazón de un hogar. Hay algo que nos atrae a este punto de la casa. En cualquier casa. ¡Cuántas veces vamos a un carrete y acabamos reunidos en la cocina, aunque la fiesta esté transcurriendo en el living o en la terraza!
Parece que la cocina es un espacio que invita a conversar, a colaborar, a compartir confidencias, a intentar solucionar problemas… En fin, a hermanarse.
Si tienes espacio, sin duda la opción ideal es un comedor: una mesa que puedes rodear de sillas o, incluso, aprovechar algún rincón para colocar un banco. El estilo dependerá de la onda de la cocina, eso sí, asegúrate de que, sobre todo, sea práctica y funcional.
Personalmente me gustan mucho estos espacios para la familia, y mucho más si se instalan cerca de una ventana. La luz natural consigue una vibra muy positiva, especialmente en las mañanas para empezar el día durante el desayuno.
Si tu cocina no es muy grande y no da para instalar un comedor ¡tranquilo! Hay muchas opciones para conseguir que se sienta acogedora. Por ejemplo ¿qué tal si colocas una barra con taburetes altos?
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Esta idea se ve increíble en cocinas abiertas al living, porque ayuda a delimitar el espacio abierto integrando los 2 ambientes. Además la barra es ideal para que quienes estén de un lado y de otro puedan compartir.
Si bajas un poco la altura de la barra puedes cambiar los taburetes por unas sillas de diseño. Se ve igualmente lindo y funciona perfecto para los almuerzos de diario y los desayunos rápidos.
¿Aún menos espacio? ¡Que no cunda el pánico! En el mismo mesón de la cocina o en una auxiliar se puede improvisar una barra para picar alguna cosita. Claro que no es para una cena formal, más bien una idea para acompañar al que cocina con un vinito o una cerveza y una buena conversa. Solo asegúrate de tener un taburete a mano.
Cada cocina es diferente en su estructura y además ocurre como con los baños, que tiene muchos elementos fijos, que no puedes mover a tu gusto. Por eso, lo mejor es estudiar bien tu espacio y encontrar el spot ideal para instalar tu rinconcito.
Puede ser algo muy obvio, como un hueco en el que quepa perfectamente algún tipo de mesa, u otro, algo más rebuscado, pero ¡échale imaginación! Seguro que encuentras un lugar perfecto para compartir.
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